Unos gritos me despertaron. Venían de la plaza. Contemple el panorama por la ventana. Había montones de niños sin saber a donde ir, hombres desesperados y varios agentes de la paz intentando poner orden. Era un día fresco, ya no hacía el Sol de los días de verano. Se acercaba el invierno, una mala época para los pobres. Eran las 6 de la mañana y mis hermanos seguían durmiendo. En media hora empezaba mi turno en la fábrica. Después de todo lo sucedido había decidido hacer horas extra, ya que necesitaba sacar a mi familia adelante. Fui a la cocina, comí un pedacito de pan y le preparé el desayuno a mis hermanos: Media hogaza de pan. No era mucho, pero era todo lo que teníamos. Después me puse el uniforme de la fábrica y le deje una nota a Sof:
- Sof pequeña, cuando te despiertes preparaos para ir al colegio
Se que te despertarás a tiempo a causa del barullo que hay en la
calle.
Por favor, ayuda a tu hermano.
El desayuno está en la mesa
Stef
La verdad es que yo estaba muy preocupada. Era la primera vez que mis hermanos se quedaban solos en casa. Pero la verdad es que confío en Sof, porque sé que ella va a hacer todo lo posible para ayudarme
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